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Siempre entendí que los impuestos no eran voluntarios, por eso su nombre. Pero me temo que estaba equivocado.
Los manteros son algo más que una manifestación de pobreza, incumplen la ley, venden en su mayoría mercancía falsa, hacen competencia desleal a los que si pagan impuestos, incumplen la infinidad de normas municipales para instalarse y poder vender algo dentro de la ley. Este es el conflicto en que se enfrentan comerciantes, ciudadanos y administración de una parte y los manteros de otra, encontrándose estos en la encrucijada entre el ilícito penal que cometen a diario y su compleja realidad social.
Desgraciadamente ya se están produciendo actitudes violentas, por ambas partes, que impiden el normal desarrollo de las actividades turísticas y comerciales, actitudes que de no resolverse en breve se incrementaran perjudicando la imagen turística y la comercial de la zona.
Ocupan las aceras a la vista de todos, delante de negocios que si están sujetos a las más estrictas normas y a los más altos impuestos. Las perdidas para el comercio legal son, en algunos casos suficientes para obligar al cierre.
La complacencia con estos comportamientos ilegales por parte de nuestras Administraciones, sumada a la actitud de los prefieren comprar al mantero que al comercio legal, hace que este sistema que nos hemos dado empiece ha hundirse y sirva de excusa a algunos para no pagar impuestos, defendiéndose así de tantas agresiones como reciben.
Ante la pasividad de la administración en alguna ciudad se han constituido en sindicato para defender sus “derechos” esos que no defienden en sus países de origen. Quizá estemos llegando al punto en el que las normas y los impuestos no son para todos. Quizá sean voluntarios y el que así lo desee pueda decidir o no, cumplir con la más básica de las normas, como es la de repartir la carga entre todos.
Diego de Haro
